
La importancia de alimentación saludable en pacientes con hepatitis C
Una alimentación balanceada es esencial para fomentar el bienestar físico y mental de una persona que padece Hepatitis C. Esto influye directamente en su calidad de vida.
Los pacientes que padecen Hepatitis C pueden verse afectados por la absorción de nutrientes que influyen directamente sobre el apetito y la pérdida de peso, reduciendo sus reservas de energía y dificultando la recuperación. Cuando se ha tenido malos hábitos alimenticios durante largos periodos, sumados a un estilo de vida desequilibrado suele verse reflejado como un factor negativo determinante en la evolución de la enfermedad, que puede progresar hacia la cirrosis hepática posteriormente.
La alimentación en pacientes diagnosticados con hepatitis depende del grado de daño hepático del paciente y del tipo de hepatitis. Es bien sabido que en muchas ocasiones no se presentan síntomas y que estos pueden aparecer luego de mucho tiempo, como por ejemplo: fatiga crónica, dolor en la parte superior derecha del abdomen, malestar general y sensación de pesadez principalmente tras las comidas. De ahí la importancia de mantener especial atención en el cuidado de nuestra alimentación y bienestar general durante toda nuestra vida.
A continuación, Natalie Olsen, dietista registrada y fisióloga del ejercicio especializada en el manejo y la prevención de enfermedades, nos detalla una serie de recomendaciones que van a resultar provechosas en el camino de la recuperación cuando se padece de algún tipo de hepatitis:
Seguir una dieta hepatoprotectora. Esto quiere decir que se deben seguir una serie de recomendaciones para proteger el hígado y todo el sistema gastrointestinal como por ejemplo:
- Evitar alimentos altamente procesados y grasos.
- Evitar el consumo de azúcares, mermeladas, bebidas azucaradas, refrescos, jugos de frutas, pan blanco, postres, chocolates altamente azucarados, etc.
- Reducir los niveles de consumo de sal, especialmente cuando se está padeciendo retención de líquido, pues el hígado no produce albúmina y esto causa falla en los riñones.
- Eliminar el alcohol es primordial, pues está considerado como un tóxico directo para el hígado.
- Beber entre 1.5 a 2 litros de agua al día. Es recomendable que se haga fuera del horario de comidas pues esto ayuda al hígado a metabolizar las grasas y eliminarlas.
- Consumir frutas es recomendable. Sin embargo, se deben evitar aquellas frutas que poseen un gran contenido de ácidos orgánicos, como el melón, uva, naranjas, tomate, fresa o sandía.
- Reducir al máximo las grasas saturadas, trans, aceites refinados, aceite de palma, etc.
- Reducir el consumo de lácteos, mantequillas, quesos altos en grasas, yemas de huevos, leche entera, etc.
- Evitar el consumo de harinas refinadas y de cereales procesados o azucarados.
- Es recomendable establecer horarios para las comidas y no dejar pasar intervalos mayores a 4-5 horas entre comidas. Preferiblemente, desayunar 1 hora después de haber despertado.
- Evitar preparaciones empanizadas, fritas, guisadas, extremadamente condimentadas.
- Preparar alimentos hervidos al vapor, a la plancha y completamente cocidos.
- La cantidad de proteínas debe mantenerse alrededor de 1,5 gramos por kilo de peso al día, aunque lo importante es el origen de dichas proteínas. Los productos más adecuados son las carnes blancas como el pollo, el pavo, atún o pescado con alto valor biológico.
- El consumo de carbohidratos deberá reducirse a los hidratos complejos presentes en la pasta, el arroz, los cereales, el maíz, la avena, vegetales, y frutos secos sin sal.
- Por último, las grasas no deberán superar un 30% del consumo total de su ingesta, encontrándose en huevos, aceite de oliva, mantequilla de maní orgánica, aceite de coco, etc.
Reducir los niveles de estrés y dormir mejor. Dormir entre 7-8 horas diarias ayudará a restaurar nuestro organismo y recuperar energía. Se puede dividir este tiempo en un sueño largo de 6 horas y 2 siestas de 1 hora. Mientras se duerme, el cuerpo libera hormonas que ayudan a reparar las células y a controlar el uso que hace el cuerpo de la energía.
Hacer ejercicio moderado. Realizar ejercicios ligeros, como caminatas, bicicleta, bailar, o cualquier actividad física que aporte bienestar, ayudará a mantener un buen nivel de energía durante el día. Realizar entre 30-40 minutos de entrenamiento al menos 3-4 veces a la semana es idóneo para contribuir a la liberación de toxinas y mantenimiento del peso.
Consultar a tu médico especialista con frecuencia. El estilo de vida saludable debe adaptarse a las necesidades de cada persona. Se recomienda consultar con el médico ante cualquier inquietud relacionada con la medicación y suplementación sugerida, en pro del proceso de recuperación.